El día de navidad me apetecía hacer una tarta
para el postre por tres motivos:
1 En la feria internacional de repostería creativa
que hubo en Barcelona compre entre otras cosas fondant azul con sabor a arroz
con leche y rojo con sabor frambuesa, a cual más bueno, pero el de arroz con
leche es supremo y claro, estaba deseando estrenarlo, pero como no suelo
comerme los muñecos de fondant porque me empalagan muchísimo tenía que ser una
cobertura fina como la de una tarta para poder degustarlo en condiciones.
2 Como es costumbre en navidad, siempre
tendemos a hacer comida como si el mundo se acabase esa noche y como solo estábamos
tres, no era plan de hacer toneladas de comida, así que una buena forma de
hacer una cena con cantidades normales y no quedar con hambre en el caso de no
acabar llenos con solo la cena, que mejor forma de completar ese huequecito en
el estómago que con una deliciosa y monísima tarta, que como todos sabemos (y si
no lo sabes es porque nunca probaste una ¿A QUE ESPERAS?) llenan mogollón.
3 Simplemente me apetecía hacer una tarta
de fondant y ¿qué mejor momento?
Pues bien, después de tener unos motivos de
peso (jajajajaja) no me quedo otra que ponerme manos a la obra.
La hice con toda la tranquilidad del mundo
(como debe ser). Primero hornee los bizcochos de vainilla a los que les eche un
poco de tinte azul y los metí al frigorífico para que se quedara bien preta la
miga y no estropease la cobertura. Luego los corte, eche un almíbar de vainilla
y los rellene y cubrí con una primera capa de buttercream de vainilla tambien de color azul. Después de
estar en la nevera unas horas, le volví a cubrir con una capa fina de crema para
dejarla lo más lisa posible. La primera capa de crema es más bien para sellar
todos los huecos e imperfecciones de los bizcochos y también para que luego no
tengamos migas por todos sitios y puedan marcarse al cubrir la tarta con el
fondant. Y por último, y después de volver a estar unas horas en la nevera para
que se endurezca la crema y sea más manejable luego a la hora de forrar le
tarta y poder rectificar si fuese necesario (este es un punto muy importante si
es verano o hace calor en la habitación donde elaboremos nuestros postres) por
fin me puse con el trabajo artístico, el forrado con fondant y la decoración (la
verdad es que a mí lo de decorar, dibujar, pintar y esas cosas no se me dan muy
bien que digamos).
El arbolito no es de fondant, solo las bolas que son del mencionado fondant de frambuesa y la estrellita (que casi se me olvida), es de buttercream de vainilla hecho con paciencia y la manga pastelera con una boquilla de hoja (paciencia pero nada difícil)
Y bueno, así quedo la tartita, salió
bastante buena y creo que también quedo mona ¿no?